Where is my mind?

Saturday, March 05, 2005

La casa en la playa


Otra vez en la casa de la playa. Hacía calor y eso le gustaba mucho. Así lo dejaban estar sólo con su pañal y nada más. Adiós a las cobijas, los abrigos y sobre todo a los gorros. Cómo odiaba a los gorros, pero aquí no hacía falta nada de eso.

El calor hacía que el piso estuviera tibio así que también por eso le gustaba venir a la playa. Ya hace un par de meses que había aprendido a caminar pero aquí disfrutaba mucho el volver a darse permiso de gatear. Adoraba el piso terso y cálido bajo sus manos. Claro, al salir a la playa todo era diferente, y en la arena no le gustaba gatear. Sólo le gustaba estar sentado, agarrar un poco de arena con ámbas manos y apretarla, para luego aplaudir hasta que no quedaba ningún granito entre sus dedos. Se preguntaba por qué los aplausos con arena no suenan.

La tarde empezaba. Papá y mamá acababan de comer y ahora dormían la siesta. Pocas veces lo dejaban solo, pero en el mar siempre se relajaban un poco más y al parecer la comida había sido abundante, por lo que, sin darse cuenta ni tener tiempo de decidir quien cuidaría de él, cayeron en un profundo sueño, arrullados por el lejano sonido de las olas.

El ya había dormido hoy toda la mañana. Despertó de buen humor así que decidió darle gusto a papá y mamá diciendo una palabra. Siempre que lo decía algo le hacían una gran fiesta de besos y abrazos. En realidad sabía ya muchas palabras pero para qué utilizarlas todas de una sóla vez? Prefería guardarlas para las ocasiones en que quisiera ser consentido de manera especial.

Tenía toda la casa para explorar. Sólo era una recámara y cocina, pero para él era enorme. Hacía tanto de la última vez que habían venido que no recordaba muy bien los detalles y habría que redescubrirlos. En realidad habían venido hace un par de meses, pero a su corta edad 2 meses eran toda una vida.

Lo primero fue ir a los cuadros de luz que entraban por las ventanas. Aun no comprendía el juego de luces y sombras ni por qué podían tomar tan variadas formas. Sentado junto a la luz que entraba jugó un momento a golpear el piso con su mano y ver cómo adentro de ese extraño cuadro su mano se iluminaba; con la palmada siguiente, fuera del cuadro, se veía obscura.

Siguió buscando y encontró una fila de bichitos, que pegados a la pared transportaban su variada carga de hojitas, ramas y migajas. Le gustaban mucho esos bichitos, le llamaba la atención cómo siempre se movían. En general le fascinaban casi todos esos pequeños seres con varias patitas, siempre inquietos. Lo que nadie sabía es que alguna vez hasta se había comido uno, pero más grande y de otro color. No le gustó el sabor y aprendió que no son para comer, nada mas para verlos y jugar con ellos. Aquella vez mamá no comprendía por qué tenía aquella expresión de asco, y cuando llegó la papilla de vegetales, que estaba muy lejos de ser su favorita, la devoró. Lo malo fue que mamá pensó que de pronto ya le gustaba y a partir de entonces fue más común ese platillo.

La fila seguía interminable así que de pronto resultó aburrida. Además todavía quedaba mucho por explorar. Vio la puerta con mosquitero y detrás de ella la inmensidad del mar con la playa al borde. La imagen era tentadora pero entonces recordó lo mala que era esa puerta que con su resorte se cerraba sola y una vez machucó sus deditos. Era mejor evitarla. Siguió entonces hacia la cocina.

Con sus blancas paredes y la luz de la tarde llenándola toda, era su área favorita de la casa. Inclusive le gustaba mas dormir ahi que en la recámara, el piso aqui siempre era mas calientito y el viento corría mejor. Lo observó todo, lo malo de la cocina es que todo quedaba muy arriba asi que se concentró en el piso. Fue cuando vio a otro bichito, nunca había visto uno similar. Avanzando lo más rápido que pudo con sus manos y rodillas sonriéndole a su nuevo amigo, tratando de tranquilizarlo con su risa, esperando que el bichito entendiera que no se lo iba a comer. El bichito pareció entender pues se quedó completamente quieto. Este detalle lo interpretó como un saludo, pues si el bichito no quisiera jugar con él rápido hubiera movido sus patitas para esconderse. Con pequeños gritos demostraba su alegría, pocas veces le había emocionado tanto descubrir algo nuevo. Pero fue entonces que sucedió lo inevitable, al tratar de tomar a su nuevo amigo para luego aventarlo y tomarlo nuevamente, pues no conocia otra manera de jugar.

Al momento del piquete el dolor fue intenso e inmediato. El grito no se hizo esperar. Jamás había sentido algo similar ni entendía por qué. Su alarido despertó a mamá y papá que al verlo sumaron también sus gritos. El bichito desapareció bajo la suela de papá mientras el dolor y el llanto continuaban y crecían. Sin entender nada su garganta se fue cerrando y su cuerpecito perdió el control hasta quedar inerte. De nada sirvieron sus gritos ni los brazos siempre protectores de mamá. Y mientras todo esto sucedía lo último que pensó es que no podía comprender como ese bichito, a quien el consideró su amigo hasta tal punto que no se lo comió, pudo llegar a ser tan malo.

3 Comments:

  • ops!
    buen final Pach! de rosa-rosa se tornó oscuro...me gustó!
    te felicito por tu incursión en los cuentos, considérame tu fan nomberguan
    y espero ver muchos cuentos por acá!
    cariños

    By Anonymous Anonymous, at 7:55 PM  

  • Sí que has tenido tiempo de observar a los bebés. Al leer imaginaba al pequeño Pat a gatas, platicando con la fila de hormigas. Otras veces me pensé yo, y al final no quise ser ninguno, ni la mamá ni el papá.
    Gracias por la segunda entrega.
    Besos Pat.

    By Blogger Érika B Carrillo, at 3:40 PM  

  • Esta muy triste... cuando estaba apenas empezando a descubrir el mundo, de la forma unica en que lo hacen los bebes, termina sin haber siquiera despegado.
    Lo peor es que ya lo habia leido antes, me encanta la forma en que mellevas a imaginar cada movimiento del bebe, hasta creer que soy yo ese bebe.. Pero igual que Kika, al leer el final, nop quisiera ser yo.

    By Blogger Fanny, at 1:47 PM  

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